miércoles, 29 de diciembre de 2010

Personalidad de un joven que pasa mucho tiempo en la red


Un uso excesivo de Internet, definido por el número de horas que una persona permanece navegando por la red, puede afectar a la vida social y escolar del adolescente y, como consecuencia de ello, llevar a sus padres a solicitar ayuda psicológica. Con el objetivo de conocer el nivel y las características del uso de Internet entre los adolescentes, determinar el perfil psicológico de un uso elevado de la red y construir un modelo que permita su predicción, se ha realizado un estudio con una muestra probabilística de 359 adolescentes (12-17 años) de la ciudad de Girona. Se ha evaluado la personalidad, el afrontamiento (ACS), la desesperanza y el uso de Internet. Del total de sujetos estudiados, un 6,7% dedica más de 30 horas a la semana a Internet (superior a las 4 horas diarias) y un 10,2% permanece conectado a partir de medianoche (especialmente los chicos). Navegar por Internet desde el propio ordenador a partir de medianoche junto con un afrontamiento centrado en buscar alivio en los demás y la presencia de sentimientos de desesperanza, son los mejores predictores del uso elevado de Internet.

El uso de Internet, junto con los videojuegos, es una de las actividades que gozan de mayor éxito entre los adolescentes. El potencial para un uso inapropiado y excesivo de ciertas aplicaciones ha dado lugar a una cierta preocupación por el impacto psicológico y conductual que puede tener Internet en los individuos (Blaszczynski, 2006). La descripción de alteraciones comportamentales asociadas a un uso excesivo de  la red, tales como sentimientos de culpa, deseo intenso de estar o continuar conectado a Internet, pérdida de control, pérdida del tiempo de trabajo o de las clases (Gracia, Vigo, Fernández y Marcó, 2002), síntomas psicopatológicos (Viñas et al., 2002), etc. han planteado y abierto un debate sobre una posible “adicción a Internet”. Denominaciones como “adicción a Internet”, “trastorno de adicción a Internet”, “uso patológico de Internet”, “uso problemático de Internet”, “uso excesivo de Internet” o “uso compulsivo de Internet” han sido utilizadas para referirse al mismo concepto y a situaciones en las que el uso de Internet puede afectar a diferentes ámbitos de la vida del sujeto (Widyanto y Griffiths, 2006). En consonancia con esa diversidad terminológica, se han propuesto diferentes criterios diagnósticos, unos enmarcados dentro de lo que se denomina adicción no química o psicológica (Young, 1998) y otros más próximos al concepto de trastorno del control de los impulsos y, más concretamente, del juego patológico (Young, 1998; Young, 1999; Shapira, Goldsmith, Keck, Khosla y McElroy, 2000; Shapiraet al., 2003). De igual modo, se han elaborado modelos explicativos en los que la psicopatología previa es considerada como la causa distal o predisponente al uso excesivo de Internet (Davis, 2001; Caplan, 2002).

La primera referencia a la adicción tecnológica se atribuye a Griffits, quien en 1995 habla de adicción conductual o química que implica una interacción no humana. De acuerdo con este autor, habría dos tipos de individuos que se convierten en adictos a las máquinas: los que disfrutan de la tecnología y los que la utilizan para escapar de las dificultades de la vida personal. No obstante, a pesar de estas referencias a la adicción tecnológica, no hay un consenso claro sobre si se puede o no hablar de adicción a Internet y, tal como señalan Widyanto y Griffits (2006), tras una interesante y exhaustiva revisión del tema, en caso de existir una “adición a Internet”, sólo afectaría a un número reducido de internautas, siendo necesaria una mayor investigación para clarificar qué es lo que ocasiona esta adicción.

Por lo que respecta al tiempo dedicado a Internet que puede ser considerado como patológico o excesivo, se han propuesto diferentes cifras. Así, mientras que Morahan-Martin y Schumacher (2000) hallan un promedio de 8,5 horas semanales en un grupo de usuarios considerados patológicos, Estalló (2001) concluye que entre 7 y 14 horas semanales pueden considerarse como un uso adaptativo de Internet. No obstante, y a partir de la evidencia empírica disponible (Brener, 1997; Shapira, Goldsmith, Keck, Khosla y McElroy, 2000), parece acertado considerar que a partir de las 20-28 horas semanales (un promedio de entre 3 y 4 horas diarias) estamos ante un uso excesivo de la red que generalmente conlleva una interferencia de la actividad social y/o escolar o bien la presencia de malestar psicológico en el individuo.

Los datos relativos al nivel de uso de Internet en España, proporcionados por la AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación) y pertenecientes al año 2006, señalan que el 60,4% de los españoles que utilizan Internet no superan las 30 horas semanales, mientras que el 24,1% dedican a Internet un promedio de entre 30 y 60 horas y un 14,6% más de 60 horas. En dicho estudio también se señala, entre otras cosas, que el 5,6% y el 12,2 % de los usuarios reconocen que el tiempo dedicado al trabajo o a los estudios, respectivamente, ha disminuido como consecuencia del uso de Internet. Atendiendo a estos datos y considerando el número de horas mencionado anteriormente como excesivo, se podría pensar que en España hay un porcentaje muy elevado de personas que realizan un uso excesivo de Internet. No es así si consideramos que la metodología utilizada por la AIMC (entrevista autoadministrada a través de Internet) puede ofrecer una imagen sesgada de la población general, ya que quien mayor uso hace de Internet tiene más probabilidad de responder a la encuesta, y además en la entrevista se incluyen las conexiones desde el trabajo y el uso de aplicaciones cada vez más habituales y necesarias, como la consulta diaria del correo electrónico o de las cuentas bancarias.

Partiendo de que, tal como señalan Castellana, Sánchez Carbonell, Graner y Beranuy (2007), el uso que el adolescente hace de Internet puede ser problemático cuando el número de horas de conexión afecta al correcto desarrollo de la vida cotidiana, se han establecido tres objetivos principales para este estudio: a) conocer el nivel y características del uso de Internet entre los adolescentes; b) determinar el perfil psicológico de aquellos que realizan un uso elevado de la red; y, c) determinar los factores que mejor predicen un uso elevado de Internet con la finalidad de aportar datos para la prevención y tratamiento de aquellos adolescentes que realizan un uso excesivo de Internet que puede dar lugar a dificultades escolares y/o sociales.


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